lunes, 10 de diciembre de 2012

De cómo me hice Mosquero Andante

De cómo me hice Mosquero Andante




Empecé a pescar de niño en el arroyo de mi pueblo donde, entre otros pececitos, había bermejuelas. Me encantaba ver su color rojizo  cuando, por suerte, sacaba una con una lombriz atada en un alfiler retorcido que fui achicando y mejorando con el tiempo. No tenía más remedio que usar anzuelos sin muerte. Cuando pude conseguir verdaderos anzuelos con el arponcillo, volvía a casa con  bastantes piezas que se convertían  en tortillas en la sartén de mi abuela. Más tarde aprendí a pescar a cebo y saqué mi primera trucha durante unas vacaciones en “La Montagne Noire” (Sierra Negra) donde también mi padre pescaba a cebo vivo, con saltamontes en verano.

Mi primer contacto con la pesca a mosca fue de lo más raro. En un río del Macizo Central cerca de Rodez, mi primer puesto de profesor de Español, vi algo como un látigo moverse por encima de las orillas en un sitio estrecho y profundo del río Viaur. Me acerqué descubriendo a quien manejaba aquel extraño artilugio cuya finalidad era  posar una mosca seca en las aguas. Le observé un buen rato pero él, azotando a lo loco, no me hizo caso. Hablé con mi compañero y maestro de pesca que me regaló un material básico y algunas nociones como lo comento en mi libro “Planeta Mosca”. Empecé a practicar solo, en autodidacta, con los supuestos errores del método. Era el año 1962. Tenía 25 años. Desde entonces no pesco más que con cola de rata aunque siempre dije que respeto todas las técnicas. 

Mis escenarios de pesca son muy diversos y variados por una   razón concreta que también influyó mucho en mi manera de pensar la vida. Un accidente de circulación grave me dio la posibilidad de terminar mi carrera profesional en la enseñanza a distancia es decir que no tenía obligación de trabajar en lugares o con horarios fijos. Como si ahora trabajase por internet. Entonces por temor a aburrirme en casa empecé a viajar  buscando al mismo tiempo nuevos destinos de pesca. No puedo comentar aquí  todo lo que hice. En mis libros hablo de varias expediciones sobre todo a la Patagonia. Me queda bastante que escribir todavía y nuevos viajes en perspectiva...
Tanto en casa como en otros lugares suelo montar mis moscas, mis secas, mis emergentes, mis ahogadas, mis ninfas, mis estrímers, todos los artificiales para salmónidos y voraces esencialmente aunque me adapto siempre al terreno. Monto mis moscas pero no desprecio, ni mucho menos, las de los demás mosqueros y cuando me regalan alguna la pruebo con sumo gusto porque la mosca regalada siempre va acompañada de un comentario convincente. Además hay excelentes montadores que imitan perfectamente la realidad. Yo sigo por mi camino de siempre buscando primero la efectividad. Es curioso, en la misma serie, por ejemplo de tricópteros, hay algunos que pescan mejor que otros, algunos que rizan y otros no. Los misterios de la pesca son difíciles de dilucidar.  Es muy fácil que se  diluyan en aguas de borraja. También compro algunas moscas sobre todo cuando  pesco un río desconocido. Suelo ir a la tienda más cerca para hacerme con los modelos más usados en aquel río. En Polonia solucioné así mis problemas con los tímalos.


Así y todo, como la mayoría de los mosqueros, tengo mis moscas preferidas. Cuando pesco a mosca seca uso imitaciones de “baetis” a principios de temporada, tricópteros de distintos tamaños y color todo el año, efémeras y emergentes cuando las hay, hormigas sobre todo en verano. Desgraciadamente las situaciones de pesca han cambiado mucho en el tiempo y no se ven tantos insectos como antes. No obstante, a la hora de poner una mosca artificial, mi “política” siempre ha sido la misma. A la pregunta, “Cómo vas a pescar hoy ?” siempre contesto: “Quiero ver el río antes de decidir”. Si hay alguna eclosión, pesco a seca y en el caso contrario, desgraciadamente cada día más frecuente, pesco a mosca ahogada o a ninfa. En cambio, en otoño e invierno en la pesca de reservorio, puedo decir que, menos unas condiciones imprevisibles, empiezo la pesca con cola de rata # 7 de hundimiento nº3 y señuelos adecuados, “boobies”, pequeños estrímers ligeros .....Es lo que me da mejores resultados de momento. Mañana podría ser otra cosa.
Al cambiar mucho de escenario el porcentaje de tiempo que concedo a cada modalidad es muy variable e imposible de calcular. Pero en todos los casos me gusta probar modelos de moscas nuevas, a partir  de mis observaciones a pie de río o de lago, moscas confeccionadas con materiales antiguos y otros nuevos que siempre salen al mercado. Desgraciadamente como montador tengo un gran defecto y es que me olvido de montajes que demostraron su efectividad en favor de nuevas experiencias no siempre muy convincentes. Al andar del tiempo coleccioné centenares de moscas de todo tipo. Cuando empieza una temporada intento limpiar mis cajas, me cuesta, conservando mis favoritas. El resto lo guardo por si acaso o lo regalo. Nunca me ha gustado tirar mis moscas pero hace algunos años que, en acción de pesca, cuando una mosca me pone un problema, o me trae un disgusto, la corto y la tiro.
Finalmente creo que en un año de pesca, en las temporadas de ríos y lagos en Europa, en viajes a la Patagonia u otros destinos, voy alternando todas las modalidades, siempre en función de cuatro factores  : 
-       Observación de los insectos acuáticos y terrestres (ríos y lagos)
-       Calidad, transparencia y profundidad de las aguas (ríos y lagos)
-       Caudal, importancia y diversidad  de los tramos (ríos)
-       Peces presentes en el escenario elegido (ríos y lagos)
No puedo terminar este pequeño panorama de mi vida de mosquero sin hablar de mi preocupación respecto al porvenir de la pesca. He conocido épocas muy distintas. En las primeras, las de mi juventud y de mi madurez los cambios no se notaban mucho aunque  observábamos mermas preocupantes que desgraciadamente fueron creciendo al andar del tiempo para llegar hoy en día a la gran miseria de muchos ríos como es el caso de mis favoritos en Francia y en España. La crisis de la que todos hablan también afecta a muchos escenarios antes muy famosos. Sin embargo cuando la pesca está bien administrada como en algunos países de la Europa Central vuelven a encontrarse situaciones mucho más positivas que podrían ser un motivo de esperanza.


Dedicando sus libros en las jornadas 2012 de Mosqueros del Tormes.                                                                                                          

  --gR—2012





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